BIBLIOTECA SUMITO


Fotos: Ángel Rodríguez (Kike)

Ustedes hacen parte de mi familia extendida desde hace dos años, por lo que espero entiendan la licencia profundamente personal y emocional que tendrá ésta columna hoy. En tres días sale a la calle Biblioteca Sumito. Estoy emocionado y ese es un sentimiento simple. Difícil de esconder. Imposible de intelectualizar.

2006

Nunca se sabe lo importante que puede llegar a ser un año en la vida de las personas. No lo sabía yo en el 2006. Ese año decidimos traernos a Venezuela la producción de mi programa de TV Sumo Placer. Al convertirse en un producto 100 % venezolano, tuvo un giro hermoso en filosofía y factura técnica que resultó en punto de inflexión de muchas cosas. Es el año en que me gradué de locutor y comenzó mi programa radial. En la vida es fundamental sentirse orgulloso de las caretas escogidas y con ese atajo, pasé a la ofensiva al dejar de apenarme por ser mediático ¡Todo lo contrario! Es el año en el que cerré un ciclo de 17 años trabajando en restaurantes de lujo y decidí que me había ganado el derecho a mis huequitos familiares y a mi comedor que abro junto a mi familia en noches de amigos. Un año fundamental porqué éste diario abrió las puertas para mi columna: lo que al comienzo era la pesadilla de saberse leído y tener que escribir cada semana, trasmutó en lo que poco a poco es mi estilo y sobre todo pasó de obligación a teclado sobado y añorado. En Julio de ese año el equipo del Instituto Culinario de Caracas estaba encerrado en un salón de conferencias de un hotel de la capital y muchas horas después salimos con nuestra escuela de cocina refundada y con un plan que ya no era de negocio sino de vida y para siempre.

Pero fueron los últimos meses de ese año los que habrían de deparar la sorpresa más agradable. La gente mas cercana a mi, la misma que desde hace un buen tiempo me ha insuflado la confianza de equipo para que se den los proyectos; mediante celada cómplice me llevó a una mesa en donde comenzaron las conversaciones entre El nacional y nuestro grupo. Ese año nació lo más bonito que le puede pasar a un cocinero: un libro con casi todas sus recetas.

LA COCINA DE SUMITO

Dentro de tres días, el Miércoles 28 de Mayo, junto con El Nacional vendrá de regalo el primero de quince tomos de la colección “La Cocina de Sumito”. Después de eso, cada Miércoles podrán comprar los otro catorce restantes por lo que les cuesta comprar éste mismo diario por una semana. Es emocionante por partida doble. Por una parte, se trata de la primera vez que uno de nuestros diarios apuesta por un coleccionable de cocina no comprado como paquete a una editorial extranjera. Hablar de imprimir cien mil ejemplares por cada tomo, de contratar a fotógrafos y diseñadores de talla excepcional y de arriesgar una campaña de promoción masiva; es indudablemente una apuesta sin mezquindades. Por otra parte, implica esgrimir con orgullo que todo se cocinó y se comió en Caracas, decir que es 100 % venezolano. Evidentemente puede sonar a lugar común cargado de frase populista fácil; pero como ya comenté antes: ¡Qué sabroso es aceptar la careta! y la mía se infla de orgullo cuando sabe que somos competitivos en el plano editorial.

El vicio académico me llevó a disciplinarme y escribir cada receta que he hecho. He escrito poco más de trescientas y luego de veinte años de oficio, intuyo que mi necesidad creadora comienza a escoger otros caminos por lo que mi paso de creador de recetas irá volviéndose pausado. Las que serán publicadas en ésta colección son 142. Escogerlas y decidir fue pasearme por mis pasiones. Por mis inconsistencias. Por todo lo creo de éste país.

Cada receta se cocinó en mi escuela, cada una se fotografió con la premisa fundamental de que ningún plato fuese maquilado para asegurarnos que esas fotos dijeran toda la verdad. En total duramos casi medio año planificando la estructura, curando las recetas, decidiendo que iba en cada hoja y embelesándonos con las propuestas de diseño. Después vino uno de los años más divertidos que recuerdo. Cada semana un equipo hacia compras y tres veces a la semana fotografiábamos cinco platos a los que se les tomaban un promedio de cincuenta fotos a cada uno ¡Un año de risas, de pruebas, cocinando y comiendo como locos!

En apenas tres días usted tendrá en sus manos uno de nuestros niños. Los vimos crecer y estamos orgullosos. En este instante, mientras escribo, lo tengo en mis manos … ¡Es suyo!

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