281 EL FRAUDE QUE NO QUISO SER

Cuando en 1987 se publicó el libro "Leonardo's Kitchen Notebooks" (traducido posteriormente, en 1999, al español como “Notas de cocina de Leonardo Da Vinci”), no solo pasó a ser uno de los grandes best sellers de la literatura (de la edición en español, la editorial Planeta lleva vendidos 75.000 ejemplares), sino que se convirtió en uno de mis libros de cabecera y probablemente el que mas veces he regalado.

El libro se hizo gracias a la fortuita aparición de unos manuscritos originales del genio renacentista, que estaban traspapelados en el museo del Hermitage de la ciudad de Leningrado (actualmente San Pertersburgo, Rusia), y desde entonces se conocen como el “Codex Romanoff”. Allí se exponen no solo avanzadas teorías culinarias que sin exageración podríamos catalogar como de precursoras de los movimientos de Nouvelle Cuisine, minimalismo ¡y hasta cocina molecular!, sino que gracias a espectaculares ilustraciones originales de Da Vinci, podemos adentrarnos en el diseño de maquinarias utilitarias que él planteaba para aligerar e industrializar el oficio, dejando inclusive notas acerca de algunos diseños que le gustaría intentar, como por ejemplo para cortar cerdos enteros en taquitos o desplumar patos. Quizás, uno de los aspectos que mas atrapa del libro es el cuidado que tuvo el autor en anotar lo que consideraba buenas y malas prácticas a la hora de exhibir modales en la mesa. Pasear por esos textos puede resultar hilarante y para muestra copio textualmente uno de los mejores pasajes: “No ha de pellizcar ni golpear a su vecino de mesa. No ha de hacer ruidos de bufidos ni dar codazos, ni poner caras horribles ni los ojos en blanco, ni escupir, ni prender fuego al compañero durante la comida, ni poner la cabeza sobre el plato, ni sentarse bajo la mesa…”. Sólo el aspecto relacionado a etiqueta en la mesa, ha generado cientos de trabajos escolares que analizan las costumbres de las diferentes clases sociales en la época renacentista.

Escriba en el buscador de internet de su preferencia “Notas de cocina de Leonardo Da Vinci” y desde los primeros diez resultados de búsqueda verá importantes referencias al libro en sitios especializados en comentar literatura, estudios escolares e inclusive videos en youtube en donde serios señores de barba blanca, con voz pausada nos adentran en el fascinante mundo gastronómico del genio toscano. Son varios los libros (http://amzn.to/Ib8vx5) que han surgido a raíz de esta joya. Por lo visto Leonardo no solo pintaba bonitas sonrisas eternas, sino que sabía cocinar muy bien.

Todo bien. Solo que se nos escapa un detalle: El libro en cuestión no es mas que una elaborada broma de un humorista que sabe escribir muy bien. Las Notas de Cocina de Leonardo da Vinci es uno de los fraudes de la literatura mas exitoso que ha habido y el éxito es de tal magnitud que seguramente ya nadie podrá evitar que la información que allí se expone, sea tomada por cierta. Lo más cómico del asunto es que los autores jamás pretendieron hacer un fraude.

II

Si por ejemplo entra usted a la tienda virtual Amazon para comprar el libro (http://amzn.to/JAPGq4) verá tres cosas importantes: Cuesta una fortuna (usado por 115 $), fue editado el 01 de Abril de 1987 (es decir el día de los inocentes en los países anglosajones), y la autoría de Da Vinci es compartida por Shelagh Routh y Jonathan Routh. Ya que al primero lo conocemos, ¿Qué tal intentar saber quienes son los segundos que comparten apellido?.

Jonathan Routh (http://en.wikipedia.org/wiki/Jonathan_Routh), quien murió en 2008 a los 80 años, fue un icono de la cultura anglosajona gracias a su show televisivo, de inicio de la década de los sesenta del siglo pasado, llamado la Cámara Cándida (http://bit.ly/Jr2VfC); y como puede verse en la biografía, el libro de Da Vinci no fue su única broma literaria. Shelagh, con quien compartió autoría, su esposa. Comienza a resultar sospechoso el libro.

Los dibujos del libro son originales de da Vinci y muy conocidos, de allí que con ver que sus bosquejos se convertían en pimenteros o en batidoras gigantes de caldo, era relativamente fácil descubrir la broma. Esta inclusive, tuvo aliados de habla hispana. Se trata nada menos que José Carlos Capel, uno de los periodistas gastronómicos mas respetados de la actualidad de quien citamos: “Como director solo retiré dos trampas de bulto que los autores habían introducido. Dos ingredientes como las alubias y el maíz, productos americanos que a principios del XVI eran desconocidos en Europa” (http://bit.ly/qWI5Zk)

Somos una sociedad que cada vez corrobora menos, y a la que la velocidad ha vuelto crédula. Queda en el aire la pregunta que me angustia desde entonces: ¿Cuántas cosas que doy por ciertas e importantes, no serán en el fondo el juego inteligente de algún bromista inglés?

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