CUANDO LA COMIDA YA NO SEA EL TEMA (409)
CUANDO LA COMIDA YA
NO SEA EL TEMA
“La pobreza no es natural, es creada por el hombre y puede
superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos. Erradicar la
pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”.
Esta frase de Nelson Mandela en su momento me marcó y ha
estado pegada a mi por varios años. Pone los puntos sobre las íes sin
demagogia. La pobreza no es mala suerte, los pobres no tienen mala suerte.
Están, existen, porque lo permitimos y, más concreto aun, porque los creamos. Y
todo lo que las manos del hombre puede hacer, se puede deshacer. Allí la
grandeza de la frase de Mandela.
Pero más allá de la pobreza está el hambre. Ella aparece
cuando se rompe la cuerda. La pobreza es indignidad, pero el hambre es hambre.
La pobreza es la indignidad de no poder ir a la escuela, de ver que el techo de
la casa gotea y no se puede reparar, de tener dos camisas y un zapato, de
buscar curarse con té de hierbas por no poder comprar medicinas. Pero sí poder
comer. Fallo quizás, pero suficiente para no sentir dolor. Tener hambre es ser
pobre y de paso pasar hambre. Pobreza crítica lo llamaban, extrema le dicen hoy
a esa sensación diaria en la boca del estómago.
Existen técnicos que saben medir esas cosas como el hambre.
Crean índices que midan, por ejemplo, el porcentaje del salario que usamos para
obtener alimentos, y han llegado a la conclusión de que cualquier persona que
gane menos de 1,25 US$ por día se encuentra en este nada deseable club de las
extremidades. Técnicamente hablando se dice que: El monitoreo de los ODM
(Objetivos de desarrollo del milenio) se hace con la medida de 1,25 US$ PPA
diario, (en donde PPA se refiere a Paridad del Poder Adquisitivo)[1].
Pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Palabras
como subalimentada, pobreza versus pobreza extrema, ODM o PPA; terminan por alejar
a los comunes como usted o yo, los vecinos, los que vemos gente escarbando en
la basura para poder alimentarse, de la pregunta básica: ¿Por qué si estamos
produciendo alimentos para 12.000 millones de habitantes (casi el doble de la
población actual[2]) 1000
millones de habitantes se acuestan con hambre[3]?.
No, no es mala suerte.
El escritor argentino Martín Caparrós en su perturbador libro
El Hambre tiene una frase tremenda al respecto: “Los términos técnicos evitan
la emoción. Supongamos que lo hacen por conciencia profesional, para definir
más precisos sus objetos de estudio. O que lo hacen por corrección política,
para evitar la ofensa de llamar perro a un perro. Supongamos que lo hacen de
onda, para cumplir mejor con su trabajo; el resultado, en cualquier caso, es
que los problemas de miles de millones se transforman en un texto que sólo
entienden unos pocos, mientras la mayoría se queda sin saber de qué va la
cuestión. En síntesis, el burocratés funciona como una barrera contra el
conocimiento generalizado…”.
En Venezuela hay hambre. Sin eufemismos. Sin estadísticas ni odeemes o pepeás que midan porcentajes de pepeés.
Llamando perro al perro. Hambre.
De eso vengo a hablarles. De cómo se está organizando la
gente. De cómo podemos participar gente como usted o como yo que no creemos en
la mala suerte de los compatriotas, sino que tenemos la certeza de que ésta
pobreza –Mandela dixit- fue creada por los de arriba, los famosos esos de los 18 años en el poder, y seremos los de abajo los que intentemos
erradicarla mediante acciones humanas.
II
Mi historia, porque todos cuando se trata de hambre tenemos
una en Venezuela, comenzó un domingo de 2016 en misa. Indicó el padre Irineo que
nos diéramos el saludo de la paz y fue cuando noté que a mi izquierda se
encontraba una mujer fornida en sus cuarenta (luego supe que tenía 52 años) que
recordaba a las campesinas eslavas y que con claro acento extranjero me dijo en
perfecto español la paz sea contigo.
Era eslava. Croata para ser específicos.
Al terminar la misa, la hermana Lilia Lončar, porqué resultó
que era monja, me dijo que no estaba sentada por causalidad a mi lado. Confesó que me esperaba. La
hermana Lilia (aunque ya todos le decimos Lilian) me contó como había fundado
en su natal Croacia en 2003 a Zdenac, una asociación de carácter voluntario
misionero, y como la misma ya estaba repartida en tres continentes.
Me habló del hambre en mi isla. Me contó como en 5 sedes cada
día un grupo de voluntarios alimentan 190 niños. Me invitó a conocer la obra.
Me dijo que le quedaban tres días en Venezuela porque seguía para Ecuador y
Cuba a visitar otros centros.
Le pregunté que significaba Zdenac[4]
(que suena como dsenacs) y me dijo
que es pozo porque la había inspirado la frase de Jesús en su encuentro con la
samaritana[5].
A la hermana Lilian es difícil, por no decir imposible,
decirle que no. Tiene mando y lo ejerce. A los días fui a visitar la sede de la
población de Pampatar, específicamente en predios del Museo del Cristo del Buen
Viaje, en donde les prestan el espacio para funcionar en las tardes.
Lo que vi me cambió la vida. No voy a entrar en detalles. Lo
que está sucediendo es duro y está a ojos vistas. Muy duro.
Pero lo que realmente cambió mi vida fue la certeza de la
dignidad. En un libro que recomiendo ampliamente titulado “Las dimensiones
faltantes en la medición de la pobreza” que editó la Corporación Andina de
Fomento sobre los trabajos de Sabina Alkire y Amartya Sen, se plantea el marco
metodológico para entender que la reducción de la pobreza pasa por hacer que
las personas “tengan la capacidad de ir por la vida sin sentir vergüenza y se
sientan empoderadas”. Eso vi en el trabajo del voluntariado de Zdenac.
Profesores de deporte, catequistas, jubiladas de la
universidad, voluntarios. En fin un pequeño ejercito de personas aseando y
alimentando niños con historias terribles, haciendo las tareas del colegio con
ellos (¡impresiona la cantidad de niños terminando primaria que aun no saben
leer ni escribir!), dirigiendo actividades deportivas, haciendo consulta
psicológica, haciendo teatro.
¿Qué buscan le pregunté a la abogada Vielka Mejías y a la
ingeniero civil Marlid Franco (directora de relaciones institucionales y
coordinadora general, respectivamente) y me dijeron “que dando atención y amor
lo recibamos de vuelta. Queremos aumentarles su autoestima, sentido de la
utilidad… su calidad de vida en general”[6].
Lo más bonito que les he escuchado decir es que su visión es lograr que llegue
el día en que, y las cito, “la comida no
sea un tema o un punto a trabajar dentro de las actividades de la Asociación,
que los niños coman suficiente en sus casa”… Es decir, cuando no haya hambre.
Esa visita me obligó a entender que ante los estados fallidos
(uno en donde la gente escarba en la basura buscando alimento y en sexto grado
de primaria no sabe leer, lo es), aparecen una miríada de asociaciones de gente
que desea hacer algo.
Podemos ayudar.
En el caso de Zdenac en la isla de Margarita basta con
contactar a Vielka Mejías a través de su correo vielkamejias@hotmail.com y escribir
“yo quiero ayudar”. Sin eufemismos. Llamando al perro perro como dice Caparrós.
Escribiendo “Tengo alimentos para donar” o “Deseo dar clases”.
III
Zdenac es apenas uno de cientos de asociaciones que comienzan
a organizarse en Venezuela para ayudar a los vulnerables. A los perdedores de
la revolución. Conozco gente buscando la manera de alimentar ancianos en
geriátricos, en Caracas está el resonante caso de la Fundación Barriga Llena
Corazón Contento que cada día sirve 200 sopas a niños y padres del hospital
público de niños J.M de los Ríos, este diciembre que pasó fueron varias las
historias reseñadas en prensa sobre grupos voluntarios que hicieron comidas
navideñas para repartirlas entre los indigentes.
Todos necesitan ayuda. Especialmente donación de alimentos.
Cada uno de nosotros tiene algo que puede aportar. Ninguna de
las asociaciones piden mucho.. o poco. Sólo esperan solidaridad. A veces basta
con ir un día, o hacer un plato.
IV
En Margarita estamos a días de realizar en mi restaurante una
reunión entre instituciones que están trabajando en alimentar y entes que con
frecuencia tienen comida de descarte (restaurantes y supermercados
fundamentalmente) para intercambiar ideas e iniciar un grupo de chat en whatsapp
para que quien tenga comida sobrante pueda avisarle a las asociaciones que ese
día pueden ir a buscar alimentos.
Igualmente desde la fundación que dirigimos mi esposa y yo
(Fogones y Bandera) hemos iniciado el estudio para la realización de una app para
celulares que permita unir el extremo donante con el extremo receptor mediante
una metodología sencilla. Lo comento para que se entienda que en cada ciudad
podemos organizarnos y sin que necesariamente implique un trabajo enorme para
quien desea colaborar, podamos ayudar de manera sistemática a las
organizaciones que han decidido asumir el inmenso trabajo de alimentar.
Por el momento averigüemos quienes están haciendo algo de manera
organizada en nuestras ciudades y, tal como dice el equipo de Zdenac, soñemos
un país en donde la comida ya no sea el tema.
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[1] Documento
de la CEPAL sobre indicadores de pobreza extrema
[2] Dato
tomado del prólogo del libro “El Hambre” de Martín Caparrós
[3]
Tomado del documento “El Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo 2015”
de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura: http://www.fao.org/3/a-i4646s/i4646s01.pdf
[4]
Aunque poco mantenida, alguna idea sobre la filosofía de la organización Zdenac
puede inferirse en su página web: http://zdenac.org/es/quienes-somos/item/1005-la-asociacion-zdenac
[5] ...pero
el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. (Jn
4, 14)
[6] La
hermana Lilian ha visto mucho más y es una mujer de pocas palabras. La vez que
le hice la misma pregunta me dijo. “Si logro que crean en tres de los diez
mandamientos habré logrado mucho”.
Comentarios
P.D: gracias por la literatura recomendada. Mucho éxito Chef. Saludos.